Considerado número mágico porque se compone del sagrado número 3, y del número 4 estableciendo, así un puente entre el cielo y la tierra. Si asociamos el número 4 a la tierra con sus cuatro elementos y sus cuatro puntos cardinales, con el sagrado número 3 que simboliza la perfección, llegamos al número 7, que representa la totalidad del universo en movimiento.
“El número 7 dijo Hipócrates que por sus virtudes ocultas, tiende a realizar todas las cosas; es el dispensador de la vida y fuente de todos los cambios, pues incluso la luna cambia de fase cada siete días: este número influye en todos los seres sublimes”.
Su simbología se obtuvo, probablemente, a partir del cielo, donde los siete planetas clásicos forman un todo: el septenario. El Sol, la Luna y los planetas visibles: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. La inmensa mayoría de los símbolos de siete elementos en el mundo entero derivan de este modelo celeste de las siete esferas.
Al igual que el principio de Hermes, “como es arriba, es abajo para que perpetúe el milagro de la unidad,” así ocurre con el siete celestial, que tiene su correspondencia en el siete terrenal y en los siete metales que a su vez constituyen los siete pasos del proceso alquímico. Los siete colores del arco iris también nos muestran al septenario como regulador de vibraciones.
El número 7, por la transformación que augura, posee en sí mismo un poder: es un número mágico.